Botox® es una de las marcas registradas de una sustancia que se hace a partir de una toxina producida por la bacteria Clostridium botulinum. Cuando esa toxina entra a tu cuerpo en cantidades elevadas, provoca una intoxicación alimenticia llamada botulismo. Cuando esta toxina se usa en pequeñas cantidades, puede tener efectos positivos para la salud y la estética, pues ayudan a bloquear las señales nerviosas que hacen que los músculos se contraigan. Las pequeñas dosis de Botox® se usan para debilitar y paralizar músculos. Al aplicarlo a una parte específica del rostro, el músculo deja de recibir las señales nerviosas y al debilitarse ya no le permite contraerse. Por lo mismo, los músculos del rostro en esa área, se relajan y así hacen que las arrugas y las líneas se suavicen. El lugar en donde se aplica más frecuentemente es en la frente, en el ceño (para las líneas entre las cejas) y alrededor de los ojos (para las “patas de gallina”), y ha demostrado tener muy buenos resultados. Además, es un tratamiento relativamente sencillo. El Botox® se aplica mediante inyecciones que toman unos pocos minutos, no necesitan anestesia y el dolor que producen es leve.
Después de aplicadas las inyecciones, se debe esperar alrededor de 1 semana para empezar a ver los resultados en el rostro. Las inyecciones de Botox® no tienen efectos permanentes, sólo duran entre 3 y 6 meses. Cuando el efecto de la parálisis va pasando, los músculos van recobrando su movilidad y por lo mismo las líneas y las arrugas vuelven a aparecer. Luego de este periodo se puede volver a aplicar el tratamiento. Otra advertencia es que las inyecciones de Botox® no tienen ningún efecto en las arrugas causadas por el sol o por la caída de la piel debida a los efectos de la gravedad y a los años. Además, no son recomendables para las arrugas o líneas que se forman alrededor de la boca, pues estos músculos se necesitan para comer, hablar, sonreír, etc.
Algunos de los efectos secundarios pueden incluir: dolor de cabeza, moretones, enrojecimiento y dolor en la zona donde fue aplicada la inyección, síntomas parecidos a la gripe, náuseas o puede haber caída de los párpados, o parálisis transitoria y habría que esperar hasta que pase el efecto (3 a 6 meses). Por esta razón también se recomienda no frotar el área donde se inyecta por 12 horas después de la inyección. Afortunadamente estos efectos no son frecuentes y son temporales. La mejor forma de asegurarse que el tratamiento de Botox® sea un éxito es eligiendo un médico especializado y debidamente certificado. Para más información puede hacer una cita para una evaluación más individual en donde le orientaremos y realizaremos un plan que se ajuste a sus necesidades.